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Isela Salas

Lola Álvarez

Lola Álvarez

Jóvenes intelectuales sensibilizados por el feminismo se lanzaron, a principios de los años ochenta del siglo XX, al rescate de algunas figuras femeninas. Una de estas figuras fue la excelente fotógrafa Lola Álvarez Bravo (1907-1993) Gracias a su vivacidad, a su vitalidad, Lola estaba entonces viviendo su cuarta o quinta juventud. El entusiasmo era tal que algunos de esos intelectuales creían ser los primeros en ponderar el trabajo de esta artista, de esta activista cultural cuya presencia en el escenario mexicano no tuvo solución de continuidad a lo largo de siete décadas. Se les olvidaba a sus jóvenes amigos que en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México se había presentado en 1965 una colección de cien retratos de prominentes mexicanos seleccionados minuciosamente por la propia Lola y su filosa autocrítica. Pese a esto, los jóvenes intelectuales le reclamaban al Instituto Nacional de Bellas Artes no haberse ocupado jamás de ella. En todo caso, debieron señalar que el INBA no se había ocupado lo suficiente o con la frecuencia aconsejable, para permitir que se conociera más profundamente su amplísimo trabajo.

Como testimonio del feliz encuentro de Lola con el grupo de jóvenes, se organizó el libro Lola Álvarez Bravo: recuento fotográfico (Editorial Penélope, 1982, Colección Arte-Fotografía), donde se recogieron textos nuevos y viejos, entre éstos el escrito por Luis Cardoza y Aragón para presentar los cien retratos mostrados en 1965. Para los textos nuevos se siguió la técnica empleada por Herbert Read en a monografía sobre su admirada amiga, la escultora Barbara Hepworth: hacer hablar a la protagonista. En estos casos, del interlocutor depende la riqueza y variedad del relato. Por los mejores destellos de esas confesiones de Lola, se podía sospechar que los oidores se dejaron tentar por los recuerdos referidos a una bohemia divertida entre cordiales amigos, y no insistieron lo suficiente en una sabiduría dada por el sostenido ejercicio de su vocación, aunque se dieron instantes excepcionales.

 

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